Es mucho lo que puedo decir, o inventar o repetir y tal vez me acerque a la verdad o no, lo unico que puedo decir que Edith Piaff asumio como filosofia de vida amar...amar. Por encima de todo y todos, perdiendo su hija, perdiendo su gran amor, vivir con una enfermedad dolorosa, sin el amor de una madre, pero que recibio el amor de la calle y quienes fue conociendo, yo me identificio plenamente y la admiro como cantante pero mas porque su alma albergaba solo deseos de amar, que si drogas que si alcohol?? cada quien es libre de darle a su cuerpo lo que le pida asi que EDITH PIAFF una mujer inmensa y maravillosa
La
vida de Edith Piaf (1915-1963) es una historia complicada. Edith Giovanna
Gassion nació en 1915, en plena calle de París. Su madre separada y en plena
pobreza, dá a luz con la ayuda de un gendarme. También sus padres eran
alcohólicos por lo que fue dejada al cuidado de su abuela quien regenteaba un
“burdel”. A los cuatro años sufrió de meningitis, la cual le generó una ceguera
temporaria.
Ya de adolescente trabajó con su padre viajando con un circo o haciendo
acrobacias en las calles. Probó fortuna con el canto callejero, junto a su media
hermana Mamone (hija ilegítima de su padre), recogiendo pocas monedas
diarias. A los 16 años quedó embarazada, pero su hija Castelle falleció a
los dos años de meningitis, además ella quedó imposibilitada
de tener hijos.
En
1935 cuando cantaba en una avenida de París, fue vista por un empresario llamado
Louis Lepleé, el cual quedó fascinado y la contrató para que trabajara en
su bar, Lepleé fue quien la bautizó como “Piaf”, que significa pequeño
gorrión, pues la veía como un pajarito con una poderosa voz.
Leplée la convirtió en una estrella enseñándole a mostrar su lento ante el
público; aquel cabaret era además un lugar donde venían muchas celebridades de
la capital. Pero su vida nunca fue camino de rosas; al poco tiempo, Leplée, al
que ella llamaba “papa” apareció muerto en su despacho. Aquel día no sólo perdió
a su amigo y patrón , sino que la policía la trató como sospechosa del asesina.
A
partir de este momento ella comenzó a beber y a drogarse de forma infernal, y se
acostaba con cualquiera. Edith era de esas mujeres que cuando se enamoran, lo
hacen hasta la médula. De esas que, cuando se proponen conquistar a un hombre,
olvidan el sentido de la dignidad. Independientemente de las circunstancias en
que se produjeran sus relaciones sexuales, Edith probó de todo y gozó con cada
uno de sus amantes. La palabra exceso no formaba parte de su vocabulario.
A
finales de los años treinta del pasado siglo conoció al letrista Raymond Asso,
quien la ayudó a salir de la cloaca en que había convertido su vida. De nuevo
volvió a cosechar grandes éxitos gracias a sus canciones más famosas, como Je
ne regrette rien, La vie en rose, Les amants de Paris, y otras. Sus éxitos
le proporcionaron grandes sumas de dinero que ella derrochaba con sus amantes y
ayudando a todo aquel que se lo pidiera.
Pero
su gran amor, «el único hombre al que he querido», según ella misma afirmó, fue
el boxeador Marcel Cerdan, un marroquí de origen humilde que llegó a convertirse
en una gloria nacional para Francia. Se conocieron en París en noviembre de 1945
en un club en el que ella cantaba. Marcel se emocionó con su voz.
El
encuentro decisivo no se produjo hasta 1947, en un restaurante francés de Nueva
York. Enseguida se gustaron, quedaron para cenar y él se quedó en el hotel de
Edith. En marzo de 1948 se produjo un nuevo encuentro. Aunque ambos intentaron
ser discretos, porque él estaba casado y tenía tres hijos, un periódico les
descubrió.
Cerdan se las arregló para evitar que Marinette, su esposa, rompiera el
matrimonio, pero sin dejar a Edith. El 23 de mayo de 1948, Cerdan perdió por
primera vez un combate y los periódicos acusaron a Piaf de traerle mala suerte.
Sin embargo, sólo fue un revés pasajero y el 21 de septiembre se convirtió en
campeón del mundo de los pesos medios.
Ella
tenía tal pasión por Marcel que nunca estaba satisfecha y necesitaba tenerlo a
su lado en cada minuto de su vida. El llevaba una vida dedicada a su profesión,
boxeando por distintos países de Europa, y ella necesitaba su cálida compañía,
hasta que un día le rogó por su presencia. Cerdán subió a un avión, del cual no
bajaría jamás pues se estrelló en una isla. Edith estuvo a punto de acabar con
su vida, pero Momone la vigiló y sedó para evitar otra tragedia.
Cuando Marcel se marchó, Edith volvió a su vida agitada. La menuda parisiense
(medía 1,47 m.) fue una devoradora de hombres. En aquellos momentos vivió sendos
romances con el cantante Jean-Louis Jaubert y con el actor John Garfield. Entre
otros amantes de la cantante se encuentran Eddie Constantinn, Yves Montand, Georges Moustaki y Charles Aznavour. La tensión sexual que le
producía el deseo del otro la hacía dormir con los puños cerrados. Le gustaban
especialmente los hombres de ojos azules, pero no le hacía ascos a nadie. Sus
relaciones siempre eran apasionadas y destructivas. Ella se dejaba abofetear o
maltratar por sus amantes, a cambio les era infiel siempre. Quizá la única
excepción fue la que hizo con Yves Montand.
En
1958 conoció a Georges Moustaki, con el que mantuvo un al faire que duró
algo más de un año. Ella entonces tenía cuarenta y dos y él sólo veintitrés,
según Georges tenían una buena relación pero el alcohol y las drogas los separó.
Ella se encerraba en su cuarto a tomar cerveza, la que mezclaba con ansiolíticos
y anfetaminas. Moustaki fue reemplazado por Douglas Davis un joven
pintor.
En
1959 a Edith le diagnosticaron un cáncer, lo que ya no le permitiría recuperarse
jamás, e ir debilitándose día a día. Bajo estas circunstancias, un año antes de
morir contrajo matrimonio con un peluquero con ambición de carrera en el mundo
de la canción, llamado Théo Sarapo que tenía entonces veintiséis años.
Murió
en 1963, a su entierro en París, , asistieron más de cuarenta mil personas.
Todavía hoy en día se descubren flores frescas en la tumba donde está enterrada,
en el cementerio de Pére-Lachaise Fue una mujer que conoció la más terrible de
las desgracias, que es estar rodeada de personas que la adoraban mientras ella
vivía en la más absoluta de las soledades.
El fin del amor
El 28 de octubre de 1949 se
estrelló el avión en el que viajaba Cerdan camino de Nueva York. Allí se
encontraba Edith, quien le había apremiado para que se reuniera con ella. En
memoria de Cerdan, Edith escribió «La belle histoire d’amour»: «Je
n’oublierai jamais /Nous deux, comme on s’aimait /Toutes les nuits, tous les ¡ours,
1... La belle histoire d’amour... 1... La bel/e histoire d’amour... /Pourquoi
m’as-tu laissée ? /Je suis seule á pleurer, /Toute seule á chercher...»
La
vida de Edith Piaf fue movida y azarosa. Empezando por su nacimiento que fue en
una esquina de una calle parisiense, donde su madre, alcohólica, fue atendida
por dos policías. La misma Edith, muchos años después, acabaría como su madre
tirada en la calle.
En
1951, tuvo un grave accidente de coche en el que se rompió varias costillas.
Para aliviar su dolor los médicos le recetaron morfina, pero Piaf se convirtió
en adicta y empezó a beber, y como su madre, a recoger hombres en las calles
para aliviar su soledad.
Edith, quien estuvo a punto de suicidarse al enterarse de la muerte de Marcel,
se volvió a casar dos veces más, pero jamás olvidó a Cerdan ni pudo quitarse de
la cabeza que en parte había sido culpa suya.